Hoy os traigo una versión un poco modificada de la receta de Classic Cheesecake del primer libro de Bea Roque. En mi caso le he cambiado nata por queso mascarpone y reducido la cantidad de queso crema para aumentar la de mascarpone.
La verdad es que queda una tarta muy suave y que fresquita sienta genial en cualquier época del año. ¡Espero que os guste!
INGREDIENTES:
Base:
- 10-12 Bizcochos de Soletilla
- 2 Cucharadas de mantequilla Derretida
Tarta:
- 600gr Queso Crema
- 250gr Queso Mascarpone
- 150gr Nata
- 150gr Azúcar
- 25gr Maicena
- 5 Huevos XL (por separado las yemas y las claras)
- 2 Cucharaditas de Esencia de Vainilla
- 1/2 Cucharadita de Sal
- 1/2 Cucharadita de Ralladura de Limón
ELABORACIÓN:
- Comenzando triturando en un bol los bizcochos de soletilla, una vez los tengamos derretimos la mantequilla y lo mezclamos muy bien.
- A continuación lo colocamos en la base de un molde desmoldable previamente engrasado y reservamos en la nevera mientras preparamos el resto de la elaboración de la tarta.
- Ponemos el horno a 160ºC, con calor arriba y abajo, para que se vaya calentando.
- Montamos en un bol las claras con la sal, batiendo a velocidad alta hasta que lleguen a punto de nieve.
- En otro bol, mezclamos la harina con el azúcar.
- En un recipiente diferente, batimos el queso crema a velocidad baja para no airear, incorporando poco a poco la mezcla de azúcar y maicena hasta que se integre. Es importante que este bol sea bastante amplio, ya que cuando estén todos los ingredientes necesitaremos espacio para la mezcla.
- Seguimos batiendo a velocidad baja y añadimos primero el queso mascarpone y después la nata.
- Una vez integrado, incorporamos las yemas una a una y luego la vainilla y la ralladura.
- Finalmente añadimos las claras montadas y las mezclamos de forma envolvente y suave con una espátula.
- Ponemos en el molde sobre la base y horneamos durante 75 minutos. Si vemos que se empieza a dorar cubrimos la superficie con un trozo de papel de aluminio (os recomiendo engrasarlo para que no se pegue a la tarta y lo podáis retirar fácilmente).
- Una vez pasados los 75 minutos, apagamos el horno y dejamos la tarta dentro durante dos horas. Luego lo sacamos y lo dejamos fuera, en una rejilla, una hora u hora y media (hasta que no esté caliente). Antes de comerla es recomendable dejarla reposar unas 6 horas en la nevera.
- Para finalizar podéis cubrirla con mermelada o dejarla tal cual y que cada uno se ponga la mermelada a su gusto. Los sabores que mejor le van son los de los frutos rojos, yo usé de moras pero también está genial con mermelada de frambuesa o arándanos.
¿Quién va a ser el primero que se anime a hacerla? Es muy sencilla y merece la pena, ¡os lo aseguro! 😉